El gourmet solitario, un manga gastronómico para aliviar el confinamiento.

Ahora, con tantas horas por llenar y tanta necesidad de evasión, no está mal disfrutar del cómic, manga en este caso, y la gastronomía, y si son los dos a la vez mucho mejor. Esta conjunción es la que he descubierto en El gourmet solitario. He de confesar que no soy aficionado al manga, pero la intervención de de Arturo González Campos en el podcast «Todopoderosos» (que mantiene junto a Javier Cansado, Juan Gómez Jurado y Rodrigo Cortés, dedicado al cine, al cómic y a los libros) despertó mi curiosidad y me llevó a devorar de una tacada las doscientas páginas de esta creación de Jiro Taniguchi y Masayuki Kusumi.

No se trata de ninguna novedad. Fue publicado originalmente por la editorial Fusōsha en 1997 y no llegó a las librerías españolas hasta agosto de 2010 de la mano de Astiberri.

El protagonista de El gourmet solitario es un comerciante residente en Tokio que, se desplaza frecuentemente por la ciudad y sus alrededores para atender a sus diferentes clientes. A duras penas logra mantener un horario razonable, así que aprovecha cualquier momento para saciar su apetito: la hora de la comida, variable en función de lo apretado de su agenda, se convierte en la ocasión perfecta para redescubrir lugares ya conocidos, como también para disfrutar con diferentes platos de la cocina popular japonesa y por otro lado, analizar la clientela y el ambiente. Una práctica, casi elevada a ritual, de alguien de quien apenas conocemos detalles.

Goro Inokashira, así se llama nuestro protagonista, recorre 19 locales y degusta 19 recetas a lo largo de otros tantos capítulos. Son relatos autoconclusivos, que en conjunto ofrecen un pequeño esbozo de su personalidad que queda algo difusa y ambigua dando el peso de la obra al elemento gastronómico adquiere un gran peso en la obra., en la que Taniguchi y Masayuki plasman una exhaustiva descripción gráfica y literaria de los platos, prestando la atención a sus ingredientes, sabores y texturas. Platos y menús que no solo despiertan la curiosidad, el entusiasmo y el apetito del protagonista sino que también contagian al lector.

También son importantes los pequeños tiempos muertos. La búsqueda del un restaurante, el estudio de la carta, la espera para ser atendido y servido, y la propia degustación, que terminan propiciando la observación del entorno, la reflexión acerca de la memoria, de los cambios en las zonas conocidas, y la sorpresa por las hasta entonces desconocidas, el estudio de los comensales, del entorno… hasta conformar un pequeño retrato de la sociedad, cultura y costumbres japonesas.

Reconozco, y lamento, desconocer la obra y trayectoria de Taniguchi y Kusumi, circunstancia que me he propuesto solventar. Probablemente por eso me llame la atención la conjunción entre la línea clara y el trazo preciso propios del manga, con la atención a la realidad y al detalle a la que estamos acostumbrados en el cómic europeo. Por otra parte consiguen conjugar un entorno evocador y contemplativo que transmite calma y conduce la atención a las emociones y los pequeños detalles. Todo ello lleva a Goro Inokashira, y de su mano al lector, a una cierta melancolía, asumida desde una resignación, desde la aceptación de sí mismo, de quién es y de cómo ha elegido vivir su vida, en la que está presente cierto punto optimista, cierto disfrute de la soledad.

El gourmet solitario no tiene un principio ni un final ajustado a esquemas narrativos habituales. No encontraremos presentación-nudo- desenlace. Por el contrario está compuesto por 19 momentos gastronómicos en la vida de este comerciante, lo que nos obliga a una ésta una lectura diferente porque no hay trama guiada. La vida existía antes de estos relatos, en los lapsos entre ellos, y continuará después de último. Pero en lugar de revelar esta vida, Taniguchi y Kusumi dejan el trabajo a la mente del lector y así se centran en instantes y detalles que nos trasladan la riqueza gastronómica nipona y nos permiten vislumbrar un pequeño retrato de la sociedad y cultura japonesas, y de las costumbres, rasgos y características asociadas a cada estrato social.

Cada capítulo es un estudio en profundidad de un plato, con una detalladísima representación gráfica, casi fotográfica. Así como toda una serie de explicaciones en cuanto a texto alrededor de estas. Al mismo tiempo que Goro, como ya se ha comentado, dará mediante sus apreciaciones la información referente al olor, sabor o texturas mediante comentarios a quienes le están sirviendo, o en forma de pensamiento.

Un variopinto recorrido descubriendo que la comida japonesa va más allá de sushi, sashimi y sake. Narrado en primera persona, el lector acompaña a su protagonista por un singular viaje, una aventura sensorial en la que el momento de la comida se convierte en un ritual. Una novela gráfica convertida en guía culinaria para entender y disfrutar de manjares desconocidos y sugerentes.