Un puzle que al que le faltan piezas
Me interesé por Gillian Flynn en un artículo sobre novela negra. Las alabanzas que le dedicaban despertaron mi curiosidad y me llevaron a La llamada del Kill Club, que narra la historia de Libby Day, una mujer entrada en la treintena que sobrevivió a la matanza que tuvo lugar en la granja en la que vivía. Aquella fatídica noche, su madre, Patty y sus dos hermanas, Michelle y Debbie fueron asesinadas a sangre fría. A la hora de la investigación, la declaración de la pequeña Libby, que permaneció escondida mientras se producían los asesinatos, acabó con su hermano Ben en la cárcel, pero ahora, tantos años después y tras la entrada en acción de un extraño club formado por investigadores y gente interesada en el mundo criminal, la versión de Libby comienza a tambalearse.
Como aficionado a la novela negra, lo primero que espero es tensión, intriga, imprevisibilidad. Una trama sólida y elaborada, algo de lo que carece esta obra. La llamada del Kill Club está construida siguiendo dos líneas argumentales, una en el presente y otra en el pasado sin complicarse demasiado en cuidar sus intersecciones. Parece que Flynn elaborara dos historias paralelas, las cortara en trozos equivalentes en extensión y los fuera intercalando sin más. A medida que se va tejiendo la historia de la familia Day y de lo ocurrido la noche de la matanza, y a mitad de la novela si se han seguido bien las pistas lo que resulta sumamente fácil, puede llegar a saberse qué fue lo que sucedió en realidad. Al menos yo no me sorprendí al descubrir el giro de la historia, entre otras cosas por la presencia de unos personajes con unos rasgos muy estereotipados. Para colmo introduce el satanismo como hilo conductor sin venir a cuento, hasta el extremo de que si se elimina sin más toda referencia al satanismo en la novela, ésta no cambiaría absolutamente en nada. Incluso podría cambiarse el concepto “satanismo” por cienciología, mafia, terraplanismo, o cualquier otra extravagancia, y la novela mantendría toda su integridad.
Los personajes son otra de las claves que valoro en la novela, y a los protagonistas. Libby Day es una joven treintañera que a los de siete años asiste a la matanza de su familia y cuya declaración en el juicio le vale la cadena perpetua a su hermano Ben de quince años. Tras ir dando bandazos acogida por distintos familiares, años después y fruto del azar de la mano del Kill Club, comienza a convencerse de que su hermano es inocente y lleva desde los 15 años en la cárcel. Todos los ingredientes para construir unos personajes fantásticos que susciten la empatía o antipatía del lector. Sin embargo lo único que nos transmite Gillian Flynn, en el caso de Libby, es a una joven malcriada, antipática y borde. Pretende, sin conseguirlo, dar un trasfondo oscuro al personaje tan podrido y machacado, que cuesta mucho ponerse en su lugar, o en su contra. Tampoco Ben es un personaje creíble. En ninguna de las dos tramas, ni de niño ni de adulto. Simplemente nos encontramos con un ser indolente y con mal carácter. Poco más.
La tercera pata que se me antoja esencial en cualquier novela es el contexto, el entorno. Poco sabremos de Kinnakee, donde se producen los acontecimientos. Teniendo en cuenta de que se trata, a todas luces porque no he conseguido encontrarlo por mucho que lo he buscado, de una población ficticia creada al efecto por Flynn, hubiese sido de agradecer una somera información sobre sus características sociales, económicas, culturales… Lo mismo ocurre con el resto de personajes. Si con Libby y Ben nos encontramos una construcción floja y superficial, Patty, la madre; Runner, el padre acohólico y ludópata; Trey el colega satánico; Diondra la novia de Ben; Krissy, la niña que se encandila de Ben; o Lyle, del Kill Club, personajes esenciales para entender la novela y seguir la trama, no responden más que a tópicos clichés y de los que sólo nos ofrece una simple descripción, mientras el lector se queda esperando una creación que le lleve a conocerlos y elaborar su propia versión de los hechos, la valoración de los acontecimientos y su propia trama.
Por último, esta novela adolece de una llamativa pobreza en el lenguaje. Aunque el uso de ciertos lenguajes puede ser un buen recurso para lograr un efecto descriptivo, realista o de rechazo en el lector, aquí se hace un uso excesivo de muletillas ordinarias y un vocabulario muy limitado, tanto en boca de personajes a quienes no corresponde ni es necesario para darnos idea de su perfil, ni en la narradora. Cabe la excusa de pensar que lo haya hecho exprofeso para dotar a la novela de un aire de modernidad, de calle, de naturalidad para aproximarse a públicos menos críticos, pero lo que consigue es todo lo contrario al empobrecer y entorpecer un poco más el conjunto del texto.
En líneas generales, más parece un texto pensado para la pantalla, grande o pequeña, una sinopsis ampliada para acabar en guión cinematográfico. Cuenta con los ingredientes necesarios: una historia macabra con un triple asesinato a base de tiros, estrangulación y desmembramiento a hachazos, unos personajes atormentados y degenerados, algo de sexo, drogas, salpimentado de unas dosis de satanismo. Conjugado dodo según el manual para autores noveles no hubiese dado un resultado muy distinto.
En cualquier caso acabó siendo adaptada al cine en 2015. La segunda adaptación de Flynn tras el éxito de “Gone girl” (Perdida), basada en su libro homónimo. “Dark places” (Lugares oscuros), así se llama la adaptación cinematográfica que no se ha estrenado en España y en Estados Unidos salió como video bajo demanda, está protagonizada por un excelente reparto encabezado por Charlize Theron, y a pesar de ello parece ser que, según la crítica, es casi peor que la novela. Y es que de donde no hay poco se puede sacar.
En 2018 su opera prima “Sharp objects” (Heridas abiertas en castellano) se tomó como base para la miniserie de HBO del mismo nombre. Próximamente se nos ofrecerá la versión de Flynn del thriller conspiratorio Utopía. En EE.UU. se estrenó en septiembre y a España nos llegará en octubre y de la que Gillian Flynn ha explicado que Dennis Kelly, creador de la Utopía, es muy britpop, muy colorido y acicalado y su adaptación de la Utopía original tendrá un tono diferente, más acorde con su fascinación por los thrillers conspiranoicos de los años 70. ¿Explicación o advertencia?