Guerra en estado puro

Shia LaBeouf (Boyd "Biblia" Swan, Logan Lerman (Norman Ellison), Michael Peña (Trini "Gordo" García), Brad Pitt (Don "Chacal" Collier, Joh Bernthal (Grady Travis)

Shia LaBeouf (Boyd «Biblia» Swan, Logan Lerman (Norman Ellison), Michael Peña (Trini «Gordo» García), Brad Pitt (Don «Chacal» Collier, Joh Bernthal (Grady «Coon-Ass» Travis) y «Fury», el tanque Sherman que da nombre a la cinta.

Abril, 1945. Mientras los aliados inician su ofensiva final en el frente europeo, un aguerrido sargento de artillería llamado Chacal (Brad Pitt) se encuentra al mando de un tanque Sherman y de los cinco hombres que componen su dotación, en una misión se tornará suicida tras las líneas enemigas. Superados en número y en armamento, y con un soldado novato metido en sus filas, Chacal y sus hombres lo tendrán todo en contra en su heroico intento de lanzar un ataque en pleno corazón de la Alemania Nazi.

La Segunda Guerra Mundial es uno de los conflictos bélicos más atractivos para la industrial del cine y ha sido llevada a la pantalla en cientos de ocasiones. Desde las numerosas películas propagandísticas durante la contienda y la revitalización de los años 60 con películas poseedoras de grandes presupuestos y planteles infinitos de estrellas de todos los países, hasta la renovación que Steven Spielberg imprimió al género con Salvar al soldado Ryan (Saving private Ryan – 1998), cuyo realismo marcó un antes y un después en la tratamiento del enfrentamiento bélico en la pantalla.

La acción se centra en el interior del tanque Sherman, además de arma, hogar y refugio de sus cinco tripulantes.

La acción se centra en el interior del tanque Sherman, además de arma, hogar y refugio de sus cinco tripulantes.

Este año nos estrenamos con una película sobre la II Guerra Mundial con Corazones de acero (Fury) en la que David Ayer (Sabotaje – 2015, Sin tregua – 2012, Dueños de la calle – 2008) nos traslada a los estertores de la conflagración a bordo de un tanque Sherman de la mano de sus cinco tripulantes. Desde el primer momento uno tiene la sensación de estar asistiendo a una proyección de las de antes, sin demasiados artificios ni florituras, los buenos, los malos y el campo de batalla de por medio. Poco a poco te vas dando cuenta de que Ayer utiliza esa sobriedad de aditamentos para expresar el realismo y la crudeza de la guerra creando una sensación progresiva de estar asistiendo a algo distinto.

Corazones de acero, en sus primeros compases parece una película de guerra más pero no lo es a pesar de seguir fielmente el manual. Un sargento duro, implacable, pero humano y la típica tripulación compuesta por el novato que no da pie con bola, el soldado religioso que cita a la biblia, el bruto sin cerebro y el hispano fiel en todo momento, en un entorno hostil en el que carecen de lo mínimos medios necesarios y con un mando confuso y descoordinado. Sin embargo el guión, que también firma Ayer, nos narra la dura historia de supervivencia de cinco militares que sólo se tienen a ellos mismos y a su tanque Fury, caótico en apariencia pero que les mantiene firmes en la disciplina y la lealtad, sin espacio para el sentimentalismo y con un uso contundente de la violencia.

David ayer no escatima en escenas de obrecogedora crueldad y crudeza como la que refleja este fotograma en que "Chacal" Collier obliga al novato a ejecutar a un soldado alemán.

David ayer no escatima en escenas de obrecogedora crueldad y crudeza como la que refleja este fotograma en que «Chacal» Collier obliga al novato a ejecutar a un soldado alemán.

No existen héroes. No hay épica, o la poca que hay es un condimento más, salvo en la batalla final en la sufre una deriva incomprensible a terrenos más convencionales, propios de las producciones de Marvel. No hay maniqueísmo. No se trata de ensalzar a vencedores frente a los vencidos, o de enaltecer el triunfo del bien sobre el mal, sino de llevarnos al punto en que la guerra, incluso la inevitable, acaba en un sinsentido donde la figura del enemigo se vuelve cada vez más difusa a medida que avanza la contienda.

La dirección destaca por la puesta en escena, estilista y original. El empleo de la luz confiere a la imagen un tono que ayuda sumirse en la trama. No sorprende el brío con que Ayer resuelve las secuencias de acción, los furiosos enfrentamientos entre los Sherman del americanos y Tiger de la Wehrmacht, después de producciones como Sabotaje o Sin tregua.

El reparto está magnífico, comenzando por Brad Pitt, pieza clave cuyo carisma contribuye a afianzar la credibilidad a la cinta. Con esta interpretación se une a une a otros los recios sargentos de la historia del cine encarnados por formidables actores, como Gary Cooper (Sargento York), Henry Fonda (Sargento inmortal), Woody Strode (El sargento negro), o Clint Eastwood (El sargento de hierro).

También se deslizan en la cinta fugaces escenas tiernas y amables, por ambos bandos.

También se deslizan en la cinta fugaces escenas tiernas y amables, por ambos bandos.

El resto del reparto no le anda a la zaga, sobre todo Logan Lerman, un actor novel que interpreta con acierto a un recluta administrativo que acaba destinado al tanque, sin idea sobre la guerra e incapaz de disparar a su adversario. También destaca la actuación de Shia LaBeouf que intenta, al parecer con acierto, reconducir su carrera seriamente perjudicada por sus problemas personales.

En definitiva, una película que no optará a los Óscar ni batirá records, pero que merece la pena ver y a la que el paso del tiempo le imprimirá esa pátina de clasicismo y la hará un título clave en el género.