La vida es eterna en cinco minutos
Los mitos nacen cuando una vida se trunca demasiado pronto. Así, Ernesto Guevara se convirtió en el Ché al morir prematuramente en Bolivia. La traición ayudó a ello. Otro factor que suele favorecerlo es la tortura. Así como ocurria con los mártires de la religión, hay personas que por su adhesión a una causa, incluso a un trabajo, se acaban convirtiendo en la personificación de aquello por lo que nacieron y murieron.
Es difícil no pensar en la igualdad social al ver una foto de Mandela o en la no violencia cuando es de Gandhi. Casi que no hay que nombrar el pacifismo yankee al escuchar a Lennon cantar Imagine. Y James Dean siempre encarnará el mito de la eterna juventud. Víctor Jara también forma parte de este grupo.
Se cumplen cuarenta y un años de su asesinato, el 16 de septiembre de 1973, y coincidiendo, casi con esta fecha, el juez de la corte chilena, Miguel Vásquez dicta tres nuevos procesamientos a dos ex militares y un civil, por su implicación en este asesinato, sumándose así a los ocho procesados que este mismo juez ordenó el año pasado. Joan Jara, viuda del cantautor, consideró la noticia como «un gran avance que, a pesar de todo, hay que celebrar«.
Fue el padre de La nueva canción, Violeta Parra sería la madre, la utilizó como arma contra las dictaduras y las desapariciones. Mientras Silvio Rodríguez viajaba a España en el Playa Girón, Jara recordaba a una chica que se llamaba Amanda. Esperaba a su novio. Nunca volvió. Les robaron los 5 minutos que valían una eternidad.
El 11 de septiembre de 1973 tenía previsto actuar en un acto de Salvador Allende en el campus de la Universidad Técnica del Estado, donde el Presidente pensaba llamar a un referéndum para que el pueblo decidiera si seguía o no en el poder. El cantor llegó con su guitarra a cuestas y los organizadores le preguntaron si no sabía lo que estaba pasando. “Claro que sé, pero oí por la radio Magallanes que había que ir a sus puestos de trabajo. Bueno, yo trabajo acá y acá estoy”, respondió. Tenía 40 años.
A pesar de ser chileno, de esa conciencia, no le hizo falta mencionarle para despertar la ira del dictador. Por sus letras claras y sencillas que llegaban a todos, cuando se personaliza es mucho más difícil ser universal. A desalambrar, Ni chicha, ni limoná o Duerme, duerme negrito son claros ejemplos de por qué, tras el toque de queda de las 2 de la tarde, cerca de 600 académicos, estudiantes y funcionarios, incluido Jara, decidieron quedarse en la Universidad. En la madrugada del 12, los militares asaltaron a balazos la UTE y a punta de metralletas sacaron del campus a los detenidos y los llevaron a golpes al Estadio Chile. Allí lo reconocieron y se ensañaron con él. Le destrozaron la cara, las costillas, las manos, … esas manos… Tras la tercera paliza a golpes de culata, cae entre convulsiones y un subteniente, jugando a la ruleta rusa asesta el tiro mortal en la cabeza del cantautor. El mismo subteniente ordenó a los soldados que descargaran ráfagas de fusil sobre el cuerpo inerte que recibió 44 balazos. La muerte se fijó el 16 de septiembre, aunque los detenidos que fueron trasladados al Nacional el 15, reconocieron el cadáver acribillado del artista cuando los sacaban del recinto a punta de culatazos. Estaba en una pila de entre 30 a 40 víctimas fusiladas, todas cubiertas de polvo blanco, al parecer cal.
Víctor Jara se mantiene vivo en nuestras memorias a través de sus canciones, de sus versos. Poeta, director de teatro, compositor, cantautor y, sobre todo, un hombre que supo interpretar el verbo amar hacia toda la humanidad. Utilizó su voz y su guitarra para manifestar el dolor de su pueblo, las injusticias del mundo y la alegría de servir al prójimo. «Espero, en el corto tiempo que significa mi vida, sentir algún día la felicidad de comprobar que realmente estoy interpretando al pueblo con mi canto y mi trabajo artístico en general. Para ello es necesario previamente captar hondamente el alma del pueblo» declaró.

Víctor Jara y Violeta Parra
Impulsores de la Nueva Canción
Musicalmente más simple que Rodríguez o que Pablo Milanés, junto con Violeta Parra, hicieron de la Nueva Canción un un canto para toda la humanidad. Jara tenía la virtud de hablar claro y sin miedo, sin esconderse en artificios poéticos que ayudaran a esconder la crítica a la censura. Una obra que para el pueblo seguirá siendo anhelo de justicia y libertad, un himno que seguirá escuchándose en los corazones de todos que luchan por un nuevo amanecer.
En este aniversario les dejo este ENLACE a un simpático vídeo que circula por Internet en el que dos marionetas caracterizadas de Víctor y Lennon interpretan Manifiesto, que a buen seguro haría las delicias de ambos.
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Hay voces que vuelven como el eco de las cuevas. Gracias.
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