Dos décadas de amistad
Hace ya 20 años que los jóvenes neoyorquinos comenzaron a reunirse en el Central Perk. Un café con aspecto vintage, muebles desechados de casa (perk en inglés significa basurero) que recordaba a los Starbucks (aunque en España no conoceríamos esa cadena de cafeterías hasta 2002).
Entre los clientes habituales destacaba un grupo de amigos. Bulliciosos y vocingleros, durante diez años ocuparon el mismo sofá todas las tardes. Tres chicas y tres chicos que, entre taza y taza de café, se contaban sus dichas y desdichas con un humor absurdo y desenfadado que resultaba contagioso.
Los vimos crecer y crecimos con ellos. Sus problemas eran los nuestros y cada quien buscaba su álter ego entre ellos. Luego llegarían las chicas de Sexo en Nueva York o los chicos de Big Bang, pero ellos fueron los primeros. Mónica (Courteney Cox) y su hermano Ross (David Schwimmer), Rachel (Jennifer Aniston), la chica de la que siempre estuvo enamorado, Chendler (Matthew Perry) y su amigo Joey (Matt LeBlanc, para el que luego crearon una serie propia que no llegó a funcionar) y, por último Phoebe (Lisa Kudrow) y su guitarra.

El Central Perk, lugar habitual de reunión
Del 17 de septiembre al 18 de octubre, con motivo del 20 aniversario se ha ubicado una reproducción de este bar en el 199 de la Calle Lafayette en Manhattan.
En 1994 la televisión se estaba transformando. Aún no era la gran fuente de creatividad en la que se ha convertido, pero las series estaban comenzando a cambiar. A apostar por guiones sólidos y repartos solventes. Y Friends vino a llenar el hueco dejado por series como Cheers, también con un bar como centro pero con un tono mucho menos desenfadado (y que comenzaba a quedarse antiguo). Sus sueldos, que con cada temporada añadían ceros, y unas tramas que comenzaban a enredarse demasiado fueron lo que les hicieron dispersarse.
Intentaron desenvolverse por separado, con mayor o menor fortuna, aunque ninguno llegó a triunfar como lo hicieran juntos. Su magnetismo era tal que, conforme avanzaban los años, otros amigos quisieron sumarse a la historia. Era frecuente que por el café, o por cualquiera de sus casas, aparecieran caras conocidas que hacían crecer la expectación de la audiencia que se preguntaba quien sería el siguiente. Llegó un momento en que, para estar a la última, había que haber salido en Friends.