¿Qué hacemos sin protagonista?

Nick Brody (Damián Lewis), protagonista de Homeland
Con el ritmo de vida que llevamos, sentarse a ver una película es, muchas veces, un lujo que no nos podemos permitir. Unido a la calidad de los equipos creativos de las diferentes cadenas de televisión explican por qué cada vez crece más el público de las series. Con cada nueva temporada intentan dar giros nuevos y sorprender a la audiencia. Y una de las cosas que más sorprenden es la muerte, sobre todo si se trata de la del protagonista de la historia.
Hay desapariciones más o menos llamativas, personajes más o menos carismáticos. Y una ejecución pública en una plaza de Teherán es, cuando menos, impactante. La muerte de Brody marcó el final de la tercera temporada de Homeland y ante el inminente comienzo de la siguiente entrega hemos recordado otras series que se enfrentaron a la desaparición de un personaje decisivo.
No empezamos muy lejos. Mandy Patinkin, antes de ingresar en la CIA en Homeland, era uno de los integrantes de la unidad de análisis de conducta del FBI en Mentes criminales. Su personaje, Jason Guideon, era experto en definir los perfiles de los psicópatas y, al mismo tiempo, cuidaba y aconsejaba al resto de los miembros del equipo. El corazón, si consideramos a Hotchner el cerebro. Le sucedería Joe Mantegna y si tenemos en cuenta que han desarrollado ocho temporadas más, llegando a la décima, el cambio no se puede considerar un fracaso.
A una situación similar se tuvieron que enfrentar en la madre de la factoría CSI. En la unidad forense de Las Vegas fueron cambiando los integrantes hasta que Gil Grissom decidió marcharse. Este cambio sí tuvo más repercusión en la audiencia. Ni siquiera la llegada de Laurence Fishburne pudo mantener la fuerza. El público extrañaba la fina ironía, la torpeza social y la inocencia del personaje de Petersen. Veremos como engancha el que interpreta Ted Danson.
Y hablando de series corales hay una escena que marcó el relevo generacional en una de las principales series sobre hospitales de los últimos

Dr. Green (Anthony Edwards), Dra. Wwaver (Laura Innes) y Dr. Carter (Noah Wyle) de la serie Urgencias
tiempos. Si había un personaje sobre el que caía la responsabilidad del servicio de urgencias del County General de Chicago era Mark Greene (Anthony Edwards). Generoso, irascible, amigo fiel y con una crisis existencial casi permanente, su inocencia le costó más de un disgusto. Era difícil imaginar Urgencias sin él. Pero ese «tú marcas el ritmo, Carter» picando un balón de baloncesto a Noah Wyle supuso el paso de la antorcha a uno de los pocos personajes que aún quedaban de los que comenzaron en 1994.
Más complicado parece ese cambio en series que no sean tan corales. Pero antes de pasar a ellas, hubo una que por muy bien construida que estuviera, no supo sobreponerse a la marcha del protagonista. El pueblo de Cicely, en Alaska, no sobrevivió al abandono del Doctor Fleischman (Rob Morrow), cayendo la audiencia en picado y abortando la última temporada de Doctor en Alaska. Incluso intentaron fleishmanizar a Chris (John Corbett), pero el cambio del presentador de la K-Oso no fue tampoco bien recibido por una audiencia que ya no sólo echaba de menos la ironía del médico neoyorquino, sino también las reflexiones del locutor.

Nikita (Peta Wilson) y Michael (Roy Dupuis), protagonistas de Nikita
En cuanto a las series menos corales, parece más complicado asumir un cambio de protagonista. Pocos seguidores de Expediente X entendieron que Mulder abandonara a Scully y que en su lugar estuviera Robert Patrick, por muy terminator que fuera. Además de los casos paranormales, lo que tenía a muchos espectadores pegados al televisor era la siempre incipiente relación amorosa entre los protagonistas. Una tensión sexual no resulta que siempre tuvo un punto adolescente.
Pero si hubo una serie marcada por esa tensión fue Nikita. De origen canadiense y basada en la película de Luc Besson, Telecinco la maltrató en su parrilla durante años. Maestra de los finales en suspenso y con sus dos protagonistas (Peta Wilson y Roy Dupuis) jugando siempre al equívoco sin decirse nada o diciéndoselo a medias, se hundió cuando, al final de la cuarta temporada, decidieron prescindir de Michael. Hasta el punto que la última temporada fue cortada a la mitad (e incluso esos capítulos sobraron).
Hay un motivo de fuerza mayor para que una serie se vea obligada a prescindir del protagonista y cambiar el rumbo. Le pasó a Spartacus. Al principio de la segunda temporada falleció el actor que lo interpretaba. Eso forzó a los guionistas a modificar el argumento y hacer encaje de bolillos para mantener la serie sobre los gladiadores de la antigua Roma. De momento, la factura sigue siendo impecable, cargada del sexo y la violencia que caracterizaban el Imperio de los cesáres.
Por tanto, las posibilidades son variadas y los resultados diversos. Queda sólo comprobar si Carrie Mathison soporta el peso de la serie sobre sus hombros o si será excesivo y la hará derrumbarse.