¿Porqué le llaman cultura cuando quieren decir comercio?

No a todos los músicos les afecta de igual forma la piratería, el IVA o el mecenazgo. Mientras cualquiera con padrino o apellido graba un disco o se pone delante de una cámara, para actuar en la calle en, cada vez más ciudades españolas, es preciso pasar un examen, aunque también a los taxistas se les exige hablar inglés mientras que Presidentes de Gobierno, de Comunidades Autónomas y demás políticos de alto nivel serían incapaces de aprobar con el Profesor Maurer.

No a todos los músicos les afecta de igual forma la piratería, el IVA o el mecenazgo. Mientras cualquiera con padrino o apellido graba un disco o se pone delante de una cámara, para actuar en la calle, en cada vez más ciudades españolas, es preciso pasar un examen. Aunque también a los taxistas se les exige hablar inglés mientras que Presidentes de Gobierno, de Comunidades Autónomas y demás políticos de alto nivel serían incapaces de obtener un aprobado con el Profesor Maurer.

En el Diccionario de la Real Academia aparecen tres acepciones del término Cultura:

  • Cultivo.
  • Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico.
  • Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.

En 1871, el antropólogo inglés Edward B. Tylor publicó en Primitive Culture una de las definiciones más ampliamente aceptadas de cultura: …aquel todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres, y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre. La situación de la cultura en las diversas sociedades de la especie humana, en la medida en que puede ser investigada según principios generales, es un objeto apto para el estudio de las leyes del pensamiento y la acción del hombre.

En el Concilio Vaticano II (Constitución Pastoral Gaudium et Spes – GS, 53) encontramos esta definición de Cultura bajo el prisma de la Iglesia Católica: Con la palabra cultura se indica, en sentido general, todo aquello con lo que el hombre afina y desarrolla sus innumerables cualidades espirituales y corporales; procura someter el mismo orbe terrestre con su conocimiento y trabajo; hace más humana la vida social, tanto en la familia como en toda la sociedad civil, mediante el progreso de las costumbres e instituciones; finalmente, a través del tiempo expresa, comunica y conserva en sus obras grandes experiencias espirituales y aspiraciones para que sirvan de provecho a muchos, e incluso a todo el género humano.

Basten, como botón de muestra. estas tres definiciones de Cultura pues no acabaríamos nunca, de pretender recogerlas todas aquí, ni contribuirían a aclarar el objeto de la presente entrada.

Leyendo, oyendo o viendo los grandes medios, da la impresión de que todo lo que se hace en España es magnífico y si no obtiene el éxito deseado es por culpa del espectador, que no va al cine, no compra discos y piratea, o del Gobierno que no ayuda. Hay que irse a medios independientes y minoritarios para encontrar una mala crítica a una película española.

Leyendo, oyendo o viendo los grandes medios, da la impresión de que todo lo que se hace en España es magnífico y si no obtiene el éxito deseado es por culpa del espectador, que no va al cine, no compra discos y piratea, o del Gobierno que no ayuda. Hay que irse a medios independientes y minoritarios para encontrar una mala crítica a una película española.

Viene esto a cuento por la perplejidad que me produjo el artículo publicado en ABC el 26 de octubre titulado: El consumo cultural en España, de la crisis a la recuperación. en cuya entradilla se afirma: «Uno de los grandes retos de nuestra sociedad es darle a la cultura el papel que se merece, sumando esfuerzos y dejando atrás estériles batallas». El artículo está dividido en apartados La piratería, la música en directo, consumo ante el televisor, sector editorial, el cine español y una especie de epílogo en que se habla de los museos y hace hincapié en «las demandas del sector» respecto a la bajada del IVA, apoyo fiscal y ley de mecenazgo. Todos estos apartados enfocados a índices de ventas, gastos y beneficios. Echo de menos referencias al teatro, a las escuelas de arte dramático, conservatorios, escuelas de danza, de bellas artes… Es más, lo echo de menos en todos los contenidos de la sección de Cultura de los grandes medios. Rara vez aparece algo que no esté respaldado o promovido por las grandes corporaciones, los toros eso sí, que es cultura popular.

Aún estando de acuerdo en que es preciso darle a la Cultura el papel que se merece, poco de lo narrado en dicho artículo me sonaba a Cultura. Así que me puse a rebuscar entre mis papeles, libros, Internet, etc., por aclarar mi, evidente, desconocimiento del concepto sin demasiado éxito, ya que todo lo que encontré me afianzaba en mi opinión. Pero fue apareciendo el término industria cultural que la UNESCO define como: «Aquellos sectores de actividad organizada que tienen como objeto principal la producción o la reproducción, la promoción, la difusión y/o la comercialización de bienes, servicios y actividades de contenido cultural, artístico o patrimonial».   Esta otra consideración del término tampoco tiene desperdicio, «Es la cultura que está, como un mercado, sujeta a las leyes de la oferta y la demanda de la economía capitalista».

Nunca me parecieron compatibles comercio y cultura, mucho menos juntos en un mismo concepto. Lo afirman Theodor Adorno y Max Horkheimer en La dialéctica de la Ilustración (Ed. Akal) en el que se afirma: «Los comerciantes culturales de la industria se basan, como dijeron Brecht y Suhrkamp hace ya treinta años, sobre el principio de su comercialización y no en su propio contenido y su construcción exacta. Toda la praxis de la industria cultural aplica decididamente la motivación del beneficio a los productos autónomos del espíritu. Ya que, en tanto que mercancías esos productos dan de vivir a sus autores, estarían un poco contaminados». Evidentemente, el sector que se cita en el artículo de ABC son estos comerciantes culturales que definen Adorno y Horkheimer. Reconozco su derecho a plantear demandas al Gobierno, faltaría más, como cualquier otra empresa o industria, pero me indigna que lo hagan en nombre de la Cultura cuando su único fin son las cuentas de resultados. A fin de cuentas, en la sociedad capitalista en que nos desenvolvemos, comerciar significa malpagar a los proveedores para gravar a los clientes. La Cultura no se hace, no se crea, la Cultura nace. Nace cuanto dos individuos se miran a los ojos y reconocen sus sentimientos. Cuando aprenden a expresarlos. Cuando se comunican. Modigliani ante un lienzo, Lorca frente a un papel, Miguel Ángel ante un bloque de mármol o Paco de Lucía con su guitarra son cultura, ni más ni menos que aquél neandertal frente a las paredes de Altamira, el grupo de teatro aficionado de mi pueblo, o los moros y cristianos de Alcoy.

El artículo de ABC señala, como factor a tener en cuenta para poner la Cultura en el sitio que se merece, el aumento en el consumo de programas de TV. Según el EGM, mano a mano con el tiempo y los informativos, productos como Gran Hermano o Sálvame lideran esta audiencia.

El artículo de ABC señala, como factor a tener en cuenta para poner la Cultura en el sitio que se merece, el aumento en el consumo de programas de TV. Según el EGM, mano a mano con el tiempo y los informativos, productos como Gran Hermano o Sálvame lideran esta audiencia.

La Cultura no es patrimonio de nadie, ni se compra ni se vende.Lo que venden y compran los de este sector es otra cosa, pero no Cultura. Tienen derecho a reclamar, como todos, pero si son industria (cultural o de o lo que sea) que se atengan a las reglas de la industria y se olviden del paraguas del estado. Es que me suena a lo mismo que los bancos, y créanme que me fastidia la comparación, repartimos los déficits y nos quedamos los beneficios. Si quieren gozar de la protección del estado que se constituyan en ONG’s sin ánimo de lucro o se hagan funcionarios y que dejen de asustarnos con que la Cultura está en crisis y va a desaparecer. Desde que de niño escuchaba en la radio Matilde, Perico y Periquín vengo oyendo el sonsonete, los discos, las cassettes, las fotocopiadoras, los CD’s, los DVD’s, el Internet…, van a acabar con la Cultura…, mientras dos seres humanos se miren a los ojos, o se maravillen de la mano mirando un cielo estrellado habrá Cultura. Distinta, expresada de otra forma, tan rica o más que la que ahora compartimos, pero Cultura.

Así que no me hablen de Cultura cuando quieren decir comercio.