Llegan los Oscar V: La teoría del todo
Stephen Hawking es uno de los físicos más populares del siglo XXI (y de finales del XX). Su Teoría del tiempo ha revolucionado la concepción del Universo y sus conferencias han servido de inspiración no sólo a las nuevas generaciones de científicos sino al público general. Su figura, su silla de ruedas y su voz electrónica han servido como imagen para campañas contra la discriminación. Además tiene Esclerosis Lateral Amiotrófica (también conocida como enfermedad de Lou Gehrig o,sobre todo después del pasado verano, por sus siglas: ELA).
La teoría del todo parte de las memorias de su primera mujer para tratar de humanizar al genio, retratando casi más su lucha contra la enfermedad que el desarrollo de sus teorías. Es una historia conmovedora y de superación. El problema es que, hasta cierto punto, no me aportó nada que el paciente fuera Hawking, porque todos sus razonamientos quedan en un segundo plano. Se puede ser un genio con ELA, pero las dificultades a las que se enfrentan los enfermos son las mismas, se sea un genio o no.
Obviamente, eso no resta nada de valor a la intrepretación de Andy Redmayne. Su control del cuerpo recuerda al de Daniel Day Lewis en Mi pie izquierdo, que por cierto le valió un Oscar al actor británico. Su imagen recuerda inmediatamente al astrofísico, más allá del parecido físico entre los dos. Sus dos principales rivales firman dos interpretaciones muy distintas. Quizás su trabajo sea más cercano a la sutileza de Cumberbatch que al histrionismo de Keaton. Al primero le ganó por la mano en los Globos de Oro en la categoría de actor dramático, queda comprobar si podrá con el protagonista de Birdman, aunque si tuvéramos que elegir nos quedaríamos con este último (incluso adelantaríamos al protagonista de The imagination game). También parece que la sensibilidad de Redmayne y el tono de la historia han calado hondo en casi todos. Posiblemente un nueve frente a dos dieces.
Con respecto a la película en su conjunto, seguimos apostando por Birdman. En este caso no es mala pero tampoco sobresaliente. La historia está bien contada, con el punto justo de humor y de ternura, pero queda un tanto anodina teniendo en cuenta la riqueza que ofrece la figura de Hawking, que tengo la sensación de que no terminan de aprovechar. O es que tal vez yo esperaba que me ayudaran a comprender la complejidad de su cabeza.
De hecho, en muchas ocasiones parece quedar en segundo plano frente al papel de su mujer. Que en este caso lo único que aporta es la fidelidad a toda prueba y frente a todas las dificultades (que no es poco pero de nuevo… ¿es importante que se trate de la figura de Stephen Hawking?). La interpretación de Felicity Jones opta al Oscar a Mejor actriz protagonista aunque aquí es la pelirroja Julianne Moore la que parece contar con más probabilidades también por un personaje real en una historia de superación, en este caso con el alzheimer de fondo.
El guión adaptado de Anthony McCarten en muchos momentos provoca la sensación de ser muy anodino, común. Como historia emotiva está muy bien. Como biografía de su mujer probablemente también, pero creo que lo más interesante es precisamente lo que no cuenta.
Las dos horas de cinta tienen una caída de ritmo en la parte central, una vez que la enfermedad le deja postrado en silla de ruedas. Los acontecimientos se repiten y, quizás le falte algo de magia a la historia. Tal vez el tono de superación constante le reste dramatismo. No es que planteen que vivir con esta enfermedad sea fácil pero le falta algo frente a las dificultades que presenta. Todo parece superarse sin demasiado esfuerzo.
Redmayne merece la pena, aunque no sé si basta para justificar la nominación como Mejor película o si puede haber influido en ella la campaña estival del Iced bucket challenge en la que participó incluso la propia familia Hawkin y que puso la ELA en la primera línea de las noticias.