Aurora García, la rubia con voz oscura
«No tenemos prisa» así empieza todo, frente a un par de infusiones que a lo largo de la tarde se transmutarán en un par de cañas. No hay mejor frase para comenzar una conversación. Es un placer sentarse frente a alguien que está dispuesto a dejarse llevar, sin mirar el reloj ni el teléfono ni una sola vez. Contestando de forma directa y abierta, sin prejuicios. Que te transmite confianza con su mirada directa y con sus silencios. Que es al mismo tiempo una niña inquieta con una risa fresca y divertida, que se mueve nerviosa sobre el asiento, como una mujer con las ideas muy claras y la tenacidad necesaria para conseguirlo.
A pesar de la juventud con la que comenzó en la música, cuando tenía 15 años y un miedo escénico que la hacía temblar sobre el escenario, Aurora García tiene muy claro que éste, como cualquier otro trabajo, requiere mucho tiempo y dedicación. Y quizás por comenzar tan temprano tiene una madurez que supera sus 31 años y ahora es ella la que hace estremecer al público, aunque la tímidez queda latente y se nota, por ejemplo, cuando apoya la mano sobre la persona que la escucha. O tal vez solo sea para asegurarse de que la entienden. Sea como sea esta madrileña no podría vivir sin música. Sin cantar y sin escuchar música. De todo tipo, desde el jazz que interpreta con Aurora García’s Sextet al country sureño más americano. Eso sí, casi todo en inglés.
«La gente se distancia a veces porque no entiende las letras» afirma mientras los vasos se acumulan en la mesa antes de despedirnos. Las suyas, porque ella escribe en el idioma de Shakespeare y canta como si estuviera en Greenwich Village. O en cualquier garito de Bourbon Street. Y sin embargo, no hace falta entenderla para que su rabia te llegue. «Y si no que aprendan inglés», bromea con una sonrisa traviesa que le llega a sus enormes ojos azules.
Después de dejar Freedonia, y de que la acusaran de que se iba para firmar en una gran discográfica inexistente (de momento, me atrevería a decir y no por que lo estuviera planeando sino por el carisma y el talento que derrocha sobre el escenario, tiempo al tiempo), se ha curado las heridas uniéndose a Siete Pulgadas Band y formando Aurora and the Betrayers (Aurora y los traidores) de la que se admite frontwoman pero no líder. Y con un disco, Shadows go away, que es un viaje por la rabia, el dolor y el desgarro para el que su voz, rota y potente, resulta estremecedora. Un proyecto en el que han apostado el todo por el todo y que ha ganado el premio Pop Eye a la mejor banda de música negra. Pero aunque sus raíces soul son evidentes, es un grupo difícilmente clasificable y que ya prepara su segundo disco.
Cuando la escuché por primera vez, el pasado febrero, pensé que era como si Annie Lennox se hubiera comido a Tina Turner. Pero llega a la cafetería sola, sin artificios, con un carmín rojo que destaca en el día plomizo del madrileño barrio de Arganzuela. El lugar es acogedor, o lo consigue ella, fresca y desenfadada. Y la música ayuda, parece guiarnos cómplice completando muchas veces los silencios. Stevie Wonder y Sam Cooke no se lo podían perder. Cuando recuerda el concierto en la sala Joy Eslava para celebrar su primer cumpleaños con los Betrayers se le iluminan los ojos. También cuando recuerda sus comienzos, en el Berlín Café. Y ve lejos, muy lejos los estadios o el Palacio de deportes. Y sin embargo, asiente cuando se le plantea que entonces tendría menos contacto con el público.
Pregunta (P): Empezaste a cantar muy joven. ¿Cómo un día se te ocurrió meterte en una banda de rock?
Aurora García (AG): Tiene mucho que ver mi hermano. Somos tres, yo soy la pequeña y al mediano siempre le ha gustado mucho la música. Yo cantaba antes de hablar, pero sin más pretensiones. En la adolescencia, yo empecé a ir a los ensayos de su banda. Con el tiempo se fue un miembro y me dijo ‘yo creo que cantas muy bien, ¿por qué no lo intentas?’ Así que con quince años empecé a tocar con ellos, que se llamaban Rat race. Al estar dentro me empezó a entrar el gusanillo de la música.
P: Y cómo llega alguien tan joven al soul, que no es precisamente el estilo de música más comercial que existe.
AG: Es algo progresivo. Me empezó a gustar el rock and roll. Eso te lleva al blues, el blues te lleva al soul. Si tienes inquietud, yo creo que es algo natural. Realmente no sólo he escuchado soul ni sólo canto soul.
P: Pero obviamente te influye
AG: Por supuesto. Pero también me influye el gospell, el blues, el jazz… En realidad tengo muchas influencias. La banda tiene muchísimas influencias. Hemos escuchado mucha música y la estamos intentando aunar.
P: En un país en el que escuchar música diferente no es precisamente fácil.
AG: No, no hay cultura. En el fondo lo entiendo, no es nuestra música. Tú le preguntas a un chaval en Estados Unidos por la Motown y por supuesto que la conoce, es parte de su cultura, igual que aquí todos conocemos a La Pantoja. Poco a poco se está creando escena. La gente está aprendiendo pero no dejamos de vivir en la era de la canción, en la que alguien se hace famoso por una canción o dos y luego nada.
P: Demasiados programas que te crean una carrera que luego no existe.
AG: Lo que pasa es que la gente tiene mucho desconocimiento, por los medios y por la televisión que tenemos. Se venden los grandes artistas de siempre, en espiral, lo de siempre con nuevas reediciones, algún artista nuevo que dura lo que un telediario o dos, y los grandes músicos que hay ahora, de unos años a ahora, se están quedando en un nivel bastante underground de llenar salas o autogestionarse a un nivel muy duro.
P: Vosotros os autogestionáis
AG: Lo hacemos todo. Tenemos la suerte de contar con un equipo de profesionales que se dedican cada uno a su papel. No nos vemos capaces, con tantos años ya, de ir llamando a las puertas de las radios, tenemos a una persona encargada de la comunicación, un diseñador. Necesitas profesionales para dar un salto.
P: Normalmente, ponerse de acuerdo dos es complicado, poner de acuerdo a tres es difícl ¿Cómo se ponen de acuerdo tantas personas para sacar un disco?
AG: Repartiéndonos las tareas y aprendiendo día a día. Dándote muchos cabezazos, cometiendo muchos errores y sobre todo hablando entre nosotros y manteniendo la calma. Nos tenemos mucho respeto. Sabemos qué es lo que mejor hace cada uno y procuramos no pisar ese espacio. El primero nos ha salido muy bien y ha habido mucha magia en todos los aspectos y el segundo, que ya lo estamos componiendo, está teniendo también mucha magia. Yo creo que se han alineado los astros. Siempre digo esto porque ha habido conexión. Ellos tienen la capacidad de crear, de conjugar muchos estilos en una canción, de sacar lo mejor de mí. Yo tengo un punto diferente y podíamos haber chocado y haber sido un desastre absoluto pero de repente surgió la magia y tenemos una relación muy intensa y muy buena musical y personalmente. Es de esas cosas en la vida que te pasan, que podían haber sido una hecatombe, y ha salido a la perfección. Surgió la magia. Tenía que pasar esto.
P: ¿Y cómo es, os reunís para componer, tú llevas las letras, ellos llevan la música?
AG: Sobre todo son tres los que componen, Martín García, saxofón, teclista y director musical de los Betrayers, José Junco, el guitarrista, y Víctor Frutos, nuestro manager. Los tres son compositores increíbles. Normalmente ellos tienen muchas ideas, crean mucho y luego me sumo yo y nos retroalimentamos ya veces a mí se me ocurren ideas sobre metales y a ellos sobre voz. Estamos así constantemente, es un no parar.
P: Además, entre tu salida de Freedonia, tu anterior formación, y tu entrada en Betrayers montas un grupo de por medio, Aurora García’s Sextet…
AG: No exactamente. Ya cuando estaba en Freedonia estaba con el sexteto. Me llamaron del Café Central y me dijeron ‘nos encanta como cantas pero Freedonia aquí es muy grande, no cabéis…’. No cabíamos, imposible, además una banda así necesita unas características técnicas. Entonces como me encanta el jazz y no he tenido la oportunidad de hacerlo mucho monté ese sexteto junto con Martín García y David Schulthess, ambos de los Betrayers, y hacemos versiones de Blues, de Rhythm and Blues, Jazz, clásicas…
P: ¿Fue algo puntual para colaborar con el Café Central?
AG: Sí, luego hemos hecho algunos bolos porque a la gente le gustó, se llenó dos semanas seguidas y recibimos llamadas de muchos sitios.
P: ¿Cómo es ser cantante en este país? Parece que los artistas se dedican a jugar. Se lo pasan muy bien, se van de copas, cantan y poco más.
AG: Mira, eso lo pensaba yo además. ‘Joder qué suerte tenemos que no tenemos jefe, no tenemos nadie que nos diga que horarios…’ Pero si no te lo exiges tú a ti mismo como tu propio jefe no llegas a ningún lado. Lo malo de este trabajo es que no tienes horarios, no tienes vacaciones, no tienes paro… Es una profesión muy difícil y yo, desde mi experiencia, he invertido mucho tiempo, he dejado de estar con mis amigos, con mi familia, he dejado de viajar, de tener vida personal. Al final es como una carrera de fondo. Veo a mis amigos que tienen trabajos más, normales, digamos, que van de viaje, hacen una barbacoa, y yo siempre tengo que decir no puedo, tengo ensayo, tengo bolo en… voy a estar cinco días fuera… Es un trabajo difícil. Yo invitaría a la gente a que se venga un día de gira y verán cómo esto no es salir de copas y dar un concierto. Cada movimiento absurdo que te puedas imaginar implica a mucha gente, muchas llamadas, muchos mails para ponerse de acuerdo.
P: En cuanto a la parte técnica, ¿cómo se organiza una banda tan grande?
AG: Siempre contamos que cuando vamos a cualquier sitio a hacer una prueba de sonido tardamos siempre el doble. Prueba de sonido de cinco a seis no, de cinco a siete y media mínimo. Dos horas y media de prueba de sonido y nos quedamos cortos. Además al ser una banda grande llevamos un equipo que es una locura. Cuando le damos el rider técnico a los técnicos de sonido la primera reacción es levantar las cejas y decir, vale, es como «mierda, me toca currar mucho hoy». Vamos a lo grande en ese aspecto, es que nos apasiona lo que hacemos y le dedicamos mucho tiempo al sonido, es muy importante.
P: Y una vez que está todo listo, ¿qué quieres transmitirle a la gente desde un escenario?
AG: Lo que me han transmitido a mí artistas que me han tocado. Cuando escucho música y de repente esta canción o la otra me toca, o esta historia… Suspiras, te hace llorar. Me gustaría hacer lo mismo. Es la aspiración que he tenido siempre. Llegar a tocarles con tus historias, tus melodías y tus miradas.
P: ¿Y qué dice el disco Shadows Go Away?
AG: Dice muchas cosas, pero sobre todo no es un disco optimista. Es un disco en el que yo he soltado mucha rabia. No tenía intención ninguna de que saliera el sol. Me cago en esto y necesito contarlo. Decepciones personales de las que vas dándote cuenta según te haces mayor. Te das cuenta de que con los años la gente va a su bola y eso es algo que te resistes a entender. Ya no son decepciones musicales, son decepciones personales. De ahí viene un poco también el nombre de Betrayers. Es difícil encontrar a gente de verdad y de eso tratan muchas de las letras. Cuando las luces se apagan desaparece de aquí todo dios. Y duele.
P: ¿Duele darse cuenta y pretendes cambiarlo o duele darse cuenta pero es así y no podemos hacer nada?.
AG: Yo me resigno. Voy a cuidar de las poquitas personas que tengo cerca y me parece que merecen la pena, porque dedicándote a esto conoces a muchísima gente constantemente, con unas intimas más, con otras menos, pasa mucha gente por tu lado que luego ya no recuerdas, al final los que están ahí son los que están siempre. E incluso teniendo a gente que piensas que van a estar ahí siempre, hay decepciones. ¿Va a aguantar alguien a mi lado? ¿Voy a fallar también a alguien que se espera que yo iba a estar a su lado? Tienes también la duda para contigo. Somos muy individualistas y me ha dado mucha pena darme cuenta, realmente un ostión que me ha dado la vida hace poco.
P: ¿Qué te ha pasasdo?
AG: Todo esto a raíz de mi separación de mi otra banda. Se crean unas relaciones muy intensas, muchos años con amigos, compañeros de trabajo. Son amistades que crees que están ahí arraigadísimas y cuando pasa algo que te pone en la tesitura de tener que elegir, te das cuenta de quien te apoya y quien no. Del otro lado pensarán lo mismo. Es duro.
P: Ahora has elegido una banda que va a las claras, se llama Los Traidores.
AG: Sí, decidimos llamarla así. De repente te ponen en la tesitura de que te pueden tocar lo tuyo… no, no, si yo te quiero un montón y trabajamos y nos reímos que te cagas, y dónde te tengo que llevar, y qué tengo hacer por ti, que mato. Bueno, que mato, ya veremos si en la tesitura de matar mato por ti.
P: Habéis celebrado vuestro primer cumpleaños en Madrid, en la Joy Eslava ¿Cómo surgió ese concierto?¿Cómo se decidió?
AG: Queríamos resarcirnos un poco del concierto de la Shoko de Madrid, porque fue la presentación de una banda, pero una banda un poco adolescente. Nos acabábamos de formar, estábamos lanzando un disco que aún no nos había dado tiempo a rodar… y pensamos que la Joy Eslava era perfecta respecto a sonido y todo. Cerrar un ciclo, justo febrero otra vez, un año de Shadows Go Away. Teníamos que hacer una fiesta especial, con amigos y llamamos a Carlos Tarque, a Jairo Zabala, a Nita de Fuel Fandango. Salió todo a pedir de boca. Creo que había muchos motivos para hacer ese concierto.
P: Se te veía muy feliz sobre el escenario.
AG: Súper contenta y no pensaba que fuese a estar así, porque normalmente los conciertos son de mucha tensión, muchos nervios, muchos preparativos… ¿Y si sale algo mal?. Me dio igual. Me decían, desde dentro, mis compañeros, qué tranquila estás, qué raro. Pero me encontraba güay, sabía que todo el mundo va a hacer güay su trabajo… Y así fue.
P: Cantar en la Joy.
AG: Por primera vez además. Llevo muchos años haciendo bolos pero la Joy Eslava no la había pisado, como uno de los templos de Madrid que hacía especial ilusión. A ver si algún día vamos a La Riviera o al Palacio de los deportes.
P: ¿No echarías de menos a la gente cerca? El palacio de los deportes es un sitio muy frío.
AG: Estoy de acuerdo, sí. Por un lado es positivo porque cada vez te viene a ver más gente y por otro lado tienes que lidiar con sitios que no suenan especialmente bien, la gente está lejos. Tiene sus contras. Supongo que hay que ir adaptándose.
P: ¿Va a volver Shadows Go Away a Madrid o con la Joy cerramos Madrid?
AG: De momento no tenemos idea de tocar en Madrid hasta el año que viene, porque tenemos muchos bolos fuera y a Madrid siempre podemos volver.
P: ¿Lo sentís u poco como vuestra casa y siempre podéis tocar aquí?
AG: Claro. A Madrid hay que tenerle un respeto especial, porque en Madrid está el grueso de público también.
P: En cuanto al público, ¿Internet cómo ayuda o cómo no ayuda a la distribución?
AG: Es una herramienta básica de promoción. No puedes tener ahora una banda sin tener Twitter o Facebook, ¿no?.
P: La gente se descarga los discos, os conoce y ¿va al concierto?
AG: Claro. Es un poco eso. Tu promo ahora, en vez de pegadas de carteles como antes, que también puedes hacerlo, es en el muro de Facebook. Gracias a eso va más gente a tus conciertos, puede comprar tu disco on-line, se lo pueden descargar pirata también, que me parece normal por otro lado. Lo que pasa es que la gente no asume que necesita pagar más en directo ya que todo ese lado de merchandising se ha perdido. Vendes más en los directos que en tiendas. Es muy difícil, ahora mismo se vive de los directos con cachés que te los tienes que pelear y Hacienda se lleva el 21% de IVA y SGAE otro porcentaje, entonces es devastador, es imposible vivir así.
P: ¿Y cómo sobrevivís?
AG: Pues muy mal. Es verdad. De repente sale un bolo que está, no muy bien pagado sino como debería ser para una banda de estas dimensiones, y te salva otros tres o cuatro que no han sido tan buenos. Luego, si organizas tú tu propio concierto te sale mucho más caro aún. Te podría decir que llenar por ejemplo la Joy Eslava da mucho dinero, pero no sabes la cantidad de dinero que pierdes. Entre la gente contratada, que todo sea legal… El salto de las bandas más conocidas a nosotros que estamos en un nivel más underground es enorme para sobrevivir, muy, muy difícil.
P: De todas formas, casi lo mejor es sobrevivir a base de directos. Es donde un músico tiene que foguearse, tiene que…
AG: Sí, es donde tiene que ganarse al público. A mí me gusta mucho escuchar discos, pero me gustan más los directos, lo que pasa es que bueno, no tengo la suerte de poder ver a todos los artistas que quiero en directo, porque muchas veces estoy tocando yo.
P: ¿A quién no has visto que te gustaría ver?
AG: Joder. A Stevie Wonder. No he podido verle. Ha venido a Portugal, se acercó no hace mucho a Barcelona también y no he podido. A Tina Turner me hubiese gustado, AC DC, a los Rolling no les he visto. Un montón de artistas de Jazz que han venido también que no he podido ver nunca… podría estar todo el día diciéndote bandas que no he podido ver.
P: ¿Y cuál sí has visto?
AG: Vi hace poco a Doctor John en la Sala Shoko, he visto a Larry Graham que tuve el placer de cantar una canción con él, a Central Station, a Sharon Jones que tiene un directo muy potente la he visto un par de veces… He visto un poco de todo. Me enamoró B.B. King. Le vi en el Price hace unos años y me parece que tiene un carisma brutal. A Solomon Burke me hubiese gustado verle ¿sabes?, pero es que soy joven, al final me han pillado todos muy mayores. También bandas que me han decepcionado, que las tienes ahí en un pedestal y de repente vienen, ya mayorcetes, con bandas de gente joven que se nota que no tienen…
P: ¿Chicago?
AG: Sí, por ejemplo. Doctor John, que tiene una onda… es Nueva Orleans, y de repente viene con músicos jóvenes que parece que no han entendido bien el sonido que tiene que tener Doctor John, que tenía Doctor John.
P: En el momento en que van perdiendo gente…
AG: No lo sé, realmente no lo sé. Supongo que tú a veces también te haces una imagen de lo que quieres de ese artista y luego no es así. Es todo percepción, claro. Pero es que me parece que falta mucha… como decir, mucho de verdad, en muchas bandas, en la intención, en cómo tocan… Por eso te digo, vienen de repente Doctor John, que tienes como un icono de la música en Nueva Orleans, con una banda de chavalines que tocan muy bien, pero te dices, esto no es y tú que es tu música deberías darte cuenta. Que sí, que tocan muy bien, pero no tienen lo que tiene tu música.
P: A veces no es tanto la perfección como la…
AG: Esa es la historia. No es simplemente una ejecución perfecta, es una dirección, un concepto. Muchas veces un disco con una producción determinada sabes que tiene esa intención. Tú escuchas un disco de Alejandro Sanz, de Malú y de La oreja de Van Gogh, y es que parece que lo ha tocado la misma banda. Sin hacer de menos a los músicos porque son mis compañeros, además, y amigos… Es la producción, la manera de tocar sin corazón, sabes, churros, churros, churros.
P: Sin afán de dejar huella. Yo estuve en un concierto de Niño Josele con Chano Domínguez, estos experimentos que hace de vez en cuando Trueba, y dije, de arriba abajo tiene toda la etiqueta de Trueba y Limón detrás. Lo reconoces porque ponen pasión…
AG: Me parece fantástico que tú pienses música para venderla, pero por delante está la música, ese es el problema. Ahora mismo vende más una pata de jamón que el mismo tema que estás haciendo y me parece un error. Aunque muy difícil juzgar eso.
P: Es lo que decías, que hay gente, hay grupos, que se hacen en laboratorio. Es decir, vamos a coger a una chica tal, a una chica cual, hacemos una canción, las ponemos en bikini bailando y tenemos el grupo del verano. Luego las Spice Girls no consiguen vender otro disco. Su carrera se acaba con esa canción.
AG: Sí, sí, o realmente quieres hacer un producto a medida y no funciona. Depende de muchas cosas. Por ejemplo, Mark Ronson que es el productor de Amy Winehouse, la pilló para encaminarla en una dirección con el último disco Back to Black, que a mí me parece uno de los mejores discos de los últimos diez años, pero ¿qué pasa?, que se pusieron a hacerlo donde pueden hacerlo. A esa chica le hacen esa producción aquí y se come una mierda. Es un producto muy bueno, pero también sabían dónde podían llevarlo. Aquí no lo puedes hacer.