Cazados por el tigre californiano

Foto: La Espuma de los días - Helena

Foto: Helena

Adam Levine es un tipo que se mueve mucho y habla poco. De hecho, si en el concierto del pasado 15 de junio en Madrid dijo más de 20 frases… creo que tuvieron que ser entonces 21. Entre 90 minutos de música. Y sin embargo, bastaba con su carisma para llegar hasta la última de las butacas del abarrotado Barclaycard center arena de Madrid en el que no cabía un sólo alfiler. Sobre todo, para qué negarlo, mujeres de diferentes edades, como quedaba patente cuando pedía que chicos y chicas gritaran por separado.

Maroon 5 había arrasado la noche antes en Barcelona. Probablemente también lo hará en el siguiente concierto en Lisboa y también en la gira asiática que comienza en cuanto deje europa desde capital portuguesa. Y lo hizo anoche en Madrid con una fórmula tan simple como compleja: tocar. Tocar, tocar y tocar. Una canción detrás de otra, sin dar tiempo a respirar al público. Sin dejar de saltar sobre el escenario. Sin dejar de provocar desde el primer segundo. Sin necesidad de presentar las canciones a las que las gargantas de los 16.500 espectadores rápidamente se enganchaban a cada frase.

La fibrosa figura del frontman emergía aullando del humo que llenaba el escenario para abrir fuego con Animals, para qué hacer esperar uno de los temas que todos los asistentes esperábamos corear. Y lo hicimos, aullando a las órdenes de Levine que, como ese tigre que lleva en el brazo tatuado, se movía por el frontal del escenario buscando una salida a su energía contenida. Baby I’m preying on you tonight. Hunt you down. Eat you alive, toda una declaración de intenciones para comenzar un show demostrando que no hace falta caer en lo explícito para seducir y provocar a la audiencia y dejando a Magic! a la altura de un ligón de playa con su malla blanca y su mano en la entrepierna.

Foto: La Espuma de los días - Helena

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Es curioso, porque hace unos días debatía si siguen quedando rock stars. Maroon 5 no es un grupo de rock, pero si hay un cantante que hoy por hoy se mueve con ese carisma sobre el escenario, y puede cantar dignamente Moves like Jagger, es él. Porque lo hace, sin duda. El coach más carismático de La Voz USA cuenta con ese brillo que tenían los líderes de las bandas de los 70 y 80, aunque con un estilo más a caballo entre el pop y la electrónica, con una presentación contundente en directo. Luces cubriendo todo el escenario, luces cubriendo el techo del palacio de deportes y luces flanqueando la pasarela. Una pasarela que los teloneros miraban con envidia pero que le pertenece sólo a él, y no pudieron bajar los tres escalones y avanzar por ella, por donde el vocalista no dejó de saltar, pararse, arrodillarse y volver a saltar desde el cuarto tema, liberando por fin a la fiera enjaulada que difícilmente podía mantenerse en los más de diez metros que tenía de boca el escenario.

La banda californiana no había visitado la capital con un show propio desde su primer disco. Así que en lugar de presentar V, su último trabajo, que lo hicieron con cuatro temas (además del ya mencionado, Maps, This summer’s gonna hurt like a motherf***r, tema que se incluirá en la reedición del disco, y Sugar, para poner punto y final), se dedicaron a repasar sus grandes éxitos a través de 17 canciones en un equilibrado y estudiado repertorio que combinaba sus álbumes e hizo que los asistentes no dejaran de gritar y saltar ni un solo minuto.

Foto: La Espuma de los días - Helena

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Bien compensado, intercalando las baladas (Sunday morning, Love somebody…) para permitir coger aire tanto bajo el escenario como sobre él, sonaron Harder to breathe, Lucky strike, Wake up call… con momentos impactantes como la banda en pleno cantando a capella el comienzo de Payphone (también interpretaría sin música el comienzo de This love) antes de retomar los instrumentos y hacer que comenzáramos a botar de nuevo y Levine a hacerlo por la pasarela donde se le reunía el rubio guitarra James Valentine, quien sí se aventuró solo por todo el espacio (y con quien tocó a solas She will be loved en el centro del recinto y en uno de esos momentos en los que hace años todo el antiguo Palacio de los deportes se habría llenado de mecheros) llegando a cruzar mástiles con Levine en una de las ocasiones (tres) en las que ambos tocaron juntos.

Foto: La Espuma de los dias - Helena

Foto: La Espuma de los dias – Helena

Hora y media. 90 minutos. Cada uno intenso y medido para que, como me dijo una vez un técnico de sonido, la gente se vaya del recinto con ganas de volver al día siguiente a seguir disfrutando porque se quedan siempre con ganas de más. Midiendo al milímetro cada instante para que todo quedara perfecto, luces, sonido, voz y esa media sonrisa de Levine señalando al público que, sin dudar, seguía cada una de sus órdenes como si llevaran diez años esperándole.

 

 

 

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