Rock’n’soul de ida y vuelta

Aurora García Foto: La Espuma de los Días - Helena

Aurora García
Foto: La Espuma de los Días – Helena

Los cantes de ida y vuelta eran aquellos que mezclaban sones españoles con latinoamericanos, trenzándolos hasta hacerlos uno. Así del tango pasamos al tanguillo y la habanera se canta en Cádiz como en Cuba. Eso era así hasta el pasado 24 de julio. Porque el pasado viernes en el Price,  ese viaje se hizo entre el más puro rock sureño y una banda madrileña,  me ahorro el calificativo porque aún no he sido capaz de catalogarlos.

Abría fuego, y nunca mejor dicho porque el día en Madrid estaba imposible, Aurora and the Betrayers, los de aquí,  con su primer disco Shadows go away con un añito y medio de vida y esperando ya el segundo. Llegué a ellos por casualidad pero para quedarme. Su música engancha, pero su directo más. Aurora García es un tsunami que arrasa con todo. Y sus Betrayers no se quedan atrás.

Shadows go away es un disco oscuro,  escrito desde la rabia. Como la frontwoman defendía, del amor al odio hay un paso «y ahora que decimos que nos vamos nos queréis un poco menos». Y se lo decía a un público,  menos del que debería, al que costó poner de pie pero lo consiguió. Un público que asistía asombrado a su despliegue vocal. Junto a sus temas un par de préstamos, un tema de The Band y el Joy de Steve Wonder. Más de un «que bestia» se dejó oír. Incluso fue divertido ver como los sureños animaban a la banda a seguir adelante mientras disfrutaban en los aledaños del escenario.

Aurora & The Betrayers Foto: La Espuma de los días - Helena

Aurora & The Betrayers
Foto: La Espuma de los días – Helena

No voy a engañar a nadie.  Yo llegué a esta bestia del escenario por casualidad, sin saber muy bien que iba a encontrarme.  Por un conocido.  Y cuando salí del primer concierto, al que fui sin muchas ganas,  hice lo que se suele hacer: insistir a todos mis amigos hasta que los escucharon. Me consta que a más de uno le enganchó. Y eso que tienen un sonido difícil de clasificar a caballo entre el rock y el soul,  con toques leves de funky y algún momento electrónico. Eso sí,  el gusto que deja en boca es complejo y rico en matices.

Seguían Royal Southern Brotherhood, los de allí, presentando su trabajo Don’t look back: the muscle shoals sessions. Al frente, Cyril Neville, bajo un sombrero y vestido completamente de negro. Guitarras muy potentes y un ritmo envidiable, con solos afilados que se seguían con los pies y haciendo vibrar el suelo. Sin embargo, al público le costaba animarse a bailar. Solo al final del concierto un grupo,  aun así reducido, se animaba a levantarse y moverse al ritmo de las guitarras sureñas y el ritmo de Tyrone Vaughan. Sí, de los Vaughan de toda la vida.

Royal Southern Brotherhood Foto: La Espuma de los Días

Royal Southern Brotherhood
Foto: La Espuma de los Días – Helena

Neville lleva la música en la sangre y se le nota. Fue un placer disfrutar de su energía en el escenario. Del ritmo que daba desde la percusión. Es el puro Nueva Orleans que no debe perderse nunca. Y mezclado con un guitarrista de Nashville como es Bart Walker y con el sobrino de Steve Ray la mezcla no puede ser más explosiva. Nueva Orleans, Austin y Nashville… El triángulo, por sí solo, habla de la música de la Royal Southern Brotherhood cuyos solos de guitarra merecerían rebobinarse y que abarcaron desde los ritmos más sureños a otros casi próximos al reggae.

Cyril Neville Foto: La Espuma de los Días - Helena

Cyril Neville
Foto: La Espuma de los Días – Helena

Y lo mejor de todo es la unidad del espectáculo.  No se notó que unos eran de aquí y otros de allí.  Lo que había sobre el escenario era música. Vibrante. Provocadora. Desprovista de cualquier tipo de artificios. Y me van a perdonar pero si me tengo que quedar con alguno de los grupos, creo que me quedo con los Betrayers y es que tienen algo que me llega. No sé qué es y, sinceramente, espero no descubrirlo nunca porque se perdería la magia. Por suerte,  yo no tuve que elegir y durante casi tres horas y media disfrute de rock sureño y de lo mejor de los 70 visto desde el Madrid de hoy. ¿Qué más se puede pedir?

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