Mamá no puede hacerlo
Ya he dicho en alguna ocasión lo poco amiga que soy de las películas proselitistas. Bien. Ricky no lo es. Jonathan Demme y Diablo Cody (El silencio de los corderos y Juno, Respectivamente) no podían ser tan simples. Y sin embargo es una de las películas más feministas que he visto en mucho tiempo. Pero no feminista de pastel a lo Erin Brokovich sino feminista de verdad. De las que defienden que mamá puede dedicarse a lo que quiera. Igual que papá.
Y además, y eso no lo he dicho aún, soy poco aficionada a Meryl Strepp. Me parece una gran actriz, muy profesional y concentrada, tal vez demasiado, en la perfección de su trabajo, pero que no me transmite. Pues bien, parece que los años le han sentado estupendamente. Quien haya visto Mamma mía! sabe que Meryl sabe cantar, quien la haya disfrutado en Into the woods sabe que se atreve con el rap. Pero es que aquí se cuelga una Fender y se enfunda unos pantalones de cuero.
Ricky Rendazzo es una madre rockera. Quizás con la mala suerte de que toca en un garito de Los Angeles en lugar de en grandes estadios. Tiene un único disco en el mercado pero lo dejó todo por uno de sus sueños: la música. Algo que no entendió del todo el otro: su familia. Y éstos se encargan de dejarle muy claro que no puede tener dos sueños. Porque es la madre y la madre tiene que cocinar e ir a las actuaciones del cole. Siempre que eso la haga ser feliz está muy bien, pero Ricky quería más. Y como ella misma dice no pasa nada porque Mick Jagger se pase todo el año viajando. Tiene no sé cuantos hijos… Que ya cuidarán sus madres.
En esta película es la primera vez que me da la sensación de que Strepp se divierte trabajando. Se lo pasa realmente bien haciendo de madre pasada de vueltas de Mamie Gummer (su propia hija en la vida real) y díscola esposa de un Kevin Kline algo menos insulso de costumbre. En cuanto al retoño de la diva, no me atrevo a vaticinar aún si seguirá los pasos de mamá. En cualquier caso apunta maneras.
¿Y qué decir de la música de Ricky? Pues que Strepp no es Springsteen pero la defiende con solvencia y que se mueve con energía sobre el escenario. Y que Rick Springfield la acompaña con su Gibson además de defender su papel, el del guitarrista que apoya a la frontwoman. El enfrentamiento entre los dos en el almacén quizás sea el mejor momento de la cinta.
Ricky es una cinta emotiva y divertida. Pero sobre todo es una película en la que da la sensación de que Meryl Strepp sin maquillaje y corsé no se si es mejor actriz pero, sin duda, llega mucho más allá de la perfección fría y formal.