Cien años con Frankie

sinatra2Andaba días pasados, degustando uno de los mejores cafés que puedas imaginar en el Bar Moreno de mi buen amigo Paco, cuando me descubrí tarareando White Christmas que sonaba de fondo en la voz de Sinatra. “Es que se han cumplido cien años de su nacimiento”, contestó Paco a una parroquiana que alababa su gusto musical. Eché un vistazo a mi alrededor y me llamó la atención contemplar cómo en un coqueto bar de una pequeña ciudad de provincias al sur del sur, despuntando el alba, un reducido grupo de trabajadores se aprestaba a iniciar su jornada dejándose llevar por la Voz, que tuvo a bien nacer en New Jersey.

La lejanía, tanto en espacio como en tiempo, acaba difuminando todo. Decir que Sinatra es uno de los iconos del siglo XX es una obviedad, pero no al extremo de que cien años después y a miles de kilómetros de distancia, gentes de toda edad y condición, sin una formación ni afición musicales particularmente cultivadas, escuchen en silencio su voz. En Estados Unidos, vale; sus aventuras sexuales, el fenómeno fan del que es prácticamente el iniciador, los maridos celosos, su relación con la mafia, su carrera cinematográfica… en definitiva no es más que la expresión de las aspiraciones de su generación. Pero poco o nada de esto, pienso, tiene que ver con su éxito fuera de América y menos aquí en España, en que se prodigó poco llegando incluso a decir: “nunca más volveré a ese maldito país”.

El tiempo y la distancia han acabado difuminando al personaje, despojándolo de lo accesorio y dejando al descubierto sólo la voz, su voz. Cien años después de su nacimiento, 75 de su primer gran éxito, como vocalista de la banda de Tommy Dorsey con I’ll never smile again, o 35 del incomparable New York, New York, esa voz es la que ha acabado formando parte del imaginario colectivo.

6d16ffe40bd7441d86b5e45d13481cb3Voy a volar alto. He planeado mi carrera. Desde el primer minuto que me subí a un escenario decidí llegar justo hasta donde estoy” dijo a sus 28 años, y siguió estando a base de reinventarse con cada momento. Tuvo la enorme suerte de aparecer en la época dorada de la música contemporánea. Contó con el repertorio popular americano. El de Porter, Gershwin, Jimmy Van Heusen o Sammy Cahn y triunfó en la radio cuando la gente empobrecida no podía pagar el cine.

Partió de su fascinación y admiración por Bing Crosby que sería su modelo de referencia. Los equipos iban mejorando y con los nuevos micrófonos los vocalistas ya no tenían que gritar ni forzar la voz, y Frankie inició su estilo, mil veces copiado, cantando relajado, susurrante, evocador. Alcanzó la popularidad en las bandas de Harry James y sobre todo Tommy Dorsey quien moldeó su forma de cantar. Al acabar los años cuarenta, Sinatra da un giro a su estilo, se hace con Billy May y Nelson Riddle, los reyes del swing, e inauguran la era del swing vocal con temas como Fly me to the moon, Love is a tender trapo Whitchcraft.

sinatraCambian los cincuenta y Frank comandó su propio cambio en los tiempos del rock and roll creando su propio sello discográfico y grabando álbumes imperiales con orquestas como las de Duke Ellington o Count Basie, o autores como Antonio Carlos Jobim. Fueron los tiempos de It was a very good year o el inmortal My way, una versión de la que nadie recuerda el original francés y tampoco lo voy a hacer yo aquí. Tiempos de sus discos conceptuales, llegando a desnudar su alma y contando su dolor en sus canciones.

Aunque desde los sesenta nada fue igual, volvió a reencontrarse con el gran público al remasterizar sus temas, en los que incluía artistas del momento que le auparon de nuevo a la cima. Aunque se moviera torpemente, aún olvidándose de las letras, mantenía esa capacidad de deslumbrar con su impecable fraseo, entonación perfecta y esa chispa en la mirada entre desvergonzada y cómplice que a todos nos cautivó.