Esto no se hace, Joaquim

Perdona que te tutee, pero tengo la sensación de que te conozco de toda la vida. De hecho, estaba secretamente enamorada de tu hermano desde que me fugué con él en busca de un niño que había desaparecido. Y ahora vas y me haces esta putada. No, hombre esto no se hace… Está feo…

Verás, hasta que te cruzaste conmigo yo tenía mi escala de valores muy clara. Nunca me ha gustado mucho DC, de hecho tengo la sensación con ellos como con los personajes de Julio Verne. Son fríos, nunca se despeinan y sus emociones están perfectamente controladas. Ahí tienes a Superman, que se disfraza para parecer humano (y hace de gilipollas por cierto, cegato, torpe…). Pero fíjate que el murciélago de Bob Kane siempre me había caído bien. Sobre todo después de Año Uno, de Frank Miller.

Entonces yo lo tenía todo muy claro. Gotham era una ciudad corrupta en la que villanos malísimos como el Joker hacían de las suyas y mataban y torturaban a la gente de bien y el bueno de Bruce Wayne había venido a vengarlos. El chico bueno y noble que castigaba al asesino vil de sus padres y protegía a los ciudadanos de bien de Gotham. Hasta ahí todo correcto. Todo normal. Recuerdo a Jack Nicholson bailando al ritmo de Prince y secuestrando a la pobre Kim Bassinger y claro, pues todo encaja. Incluso a Heath Ledger, aunque él ya nos dejó entrever que por ahí había algo turbio…

Y ahora vas y llegas tú. Y yo empiezo a ver la película sobre la vida de Arthur Fleck y todo mi esquema mental se resquebraja. Dicen que la película es violenta. Va de un asesino. Pero más que sobre ese asesino es sobre por qué se rompe por dentro hasta el punto de que la única salida que encuentra a su locura es matar. Y empieza matando, acto completamente injustificable, a tres niños ricos que acosaban a una chica y luego se liaban a patadas con él. Que sí, que matar está mal, pero la imagen que el bueno del Sr. Wayne da de sus tres empleados pues… como que tampoco es muy lógico. Y en lugar de ver a un villano cruel veo a un hombre roto y en Bruce a un niño pijo con muchos juguetes y mucho tiempo libre.

Hay varios momentos en la cinta en los que tan solo enfocándote la cara, los ojos, esos ojos verdes y profundos, se ve como tu personaje se rompe. Ríes, víctima de ti mismo, pero sólo ríe tu boca. Tus ojos no. Incluso cuando esa madre rotunda y egoísta te pide que no molestes a su hijo, cuando tú sólo intentabas hacerle reír. Como hemos hecho todos alguna vez con algún crío con el que nos hemos cruzado.

He leído varias críticas sobre la película. Sobre el tratamiento de la enfermedad mental y la violencia. Al respecto de la segunda sí que es una película tremendamente violenta, pero no sólo por la violencia explícita de Fleck, sino por toda la violencia que él sufre. Porque estamos acostumbrados, y ahora voy al segundo punto, a ver enfermos mentales graciosos o socialmente integrados. Pienso en Bones, en House, en Mentes Criminales o en Big bang theory. Todos son de clase alta. Todos son brillantes. Y sus rarezas son pasadas como gags. Pero Fleck es pobre, hijo de una madre también desequilibrada que vive en un mundo en el que nadie está dispuesto a reír con él. Sí de él pero no con él.

Así que no estoy de acuerdo con lo que he leído de que apoya el estigma de la enfermedad mental. Las enfermedades mentales, como la diabetes, como la ceguera, como la paraplejia, son reales. Pero lo que afecta es lo que nos molesta: la conducta. A nadie le incomoda que un diabético se pinche insulina pero nos fastidia que un tipo se eche a reír como un histérico cada vez que algo le hace gracia. Y él mismo pide más medicación para no sufrir. De hecho, tiene una de las mejores frases que he oído sobre la enfermedad mental: lo peor de tenerla es que los demás esperan que actúes como si no la tuvieras. Que no molestes, vamos. Y eso no es prolongar un estigma, es ponerlo a la vista más allá de los chistes del Sr. Cooper, al que por cierto adoro (y que en un capítulo de Big Bang obliga a Leonard a ponerse un jersey muy incómodo para que vea que él no puede ser de otra forma. Que es efectivamente lo que pasa. No se puede ser de otra forma).

Por lo demás, el resto del reparto está solvente, pero es que resulta difícil rivalizar con Joaquim. La película es suya, y lo sabe. Es el rey de la fiesta y los demás bailan para él. La música, que también ha sido criticada, a mi me gusta. Es efectista. Pero es que es una película que requiere de ello. Quiere epatar y lo consigue. No pretende ser una historia naïf sobre un chico que sufre delirios. Quiere meterte en su piel, y lo consigue. Dejando además dudas abiertas sobre quién es realmente su padre, qué ocurre realmente con su vecina… Funcionando en dos planos… la mente de Fleck y la realidad de Gotham.

Y entre todo ello, Joaquim, feliz. Ya me gustaría a mi bajar unas escaleras con su clase, su estilo y transmitiendo esa felicidad. Triunfante en su mundo. Que no es el real, pero es el suyo. Y a él le basta. Un trabajo de Óscar, que ya le birlaron en Her y En la cuerda floja y que mucho se tiene que torcer para no conseguirlo a la tercera (curioso, sería el segundo Óscar para Fleck después del de Ledger… parece que gana por goleada al murciélago). Así que no, Joaquim, esto no se hace, a ver que hago yo con el bien y el mal y la existencia de dios…