Nos vemos allá arriba

Nos vemos allá arriba
Ed. Salamandra
Hay quien me quiere y conoce y todas las navidades me obsequia libros, aunque más bien es un intercambio, cayendo siempre uno de contenido histórico. El último ha sido Nos vemos allá arriba de Michel Lemaitre.
He de confesar que ni la novela ni el autor me sonaban de nada. Tampoco la faja con el anuncio del premio Goncourt conseguido en 2013 suponía un aliciente pues soy poco dado a dejarme llevar por estos galardones, sólo la confianza en el criterio de quien me hizo llegar el libro me motivó a su lectura, y una vez más acertó de pleno.
No sabría sintetizar en pocas palabras el contenido de la obra, pero Lemaitre, por medio de una entrevista concedida a L’Expres en 2013 con motivo de la concesión del Goncourt, me echa una mano: “Para el capitalismo la guerra es un regalo, se sirve de ella antes, durante y después, todavía recuerdo el efecto que me produjo ver las sonrisas de tiburón de empresarios estadounidenses que acompañaron al presidente de EE UU en los primeros vuelos a Irak para firmar los contratos de reconstrucción del país”. De eso va, de la miseria de la guerra, de la Gran Guerra, como se la llegó a denominar, una guerra de la que cien años después aún no tiene una visión conjunta europea, probablemente porque los implicados, todos, no estén interesados en destapar sus vergüenzas.
Son 443 páginas que se leen rápido aunque al principio desconcierta un poco. Arranca en las trincheras con un puñado de soldados entre ratas, sangre y los cadáveres de los héroes de la patria, obligados a una última batalla, la cota 113, en los estertores de la guerra, a pocos días del armisticio de Compiègne. Una batalla inútil forzada por el ambicioso teniente D’Aulnay-Pradelle que necesita una distinción que le permita mantener la opulencia de un apellido arruinado en cuyo camino se cruzan los soldados Albert Maillard y Édouard Péricourt, entretejiéndose entre los tres la trama que constituye el hilo conductor de la novela en torno a dos estafas, una ficticia, el levantamiento de monumentos a los héroes patrios por toda Francia, y otra real, la exhumación, traslado y realojo de los cadáveres de los caídos en los campos de batalla a los cementerios. Pocos personajes más acompañan a nuestros tres progagonistas, el señor Péricourt, padre de Édouard y Madeleine, hermana de éste y esposa de Pradelle, Louise la vecina de once años que consigue sacar a Édouard del ostracismo, y Joseph Merlin, el inspector de cementerios que destapa la trama de la estafa. Poco más, a penas siete personajes principales magistralmente desarrollados y una narración pausada, sin estridencias. Un ritmo cadencioso y constante con subidas y bajadas perfectamente armonizadas en un relato salpicado de ternura, crudeza, humor y picaresca.
Lemaitre se considera heredero de Zola, Victor Hugo, Tolstoi… y no cabe duda que están presentes en mayor o menor medida en esta novela que en algunos momentos recuerda a Los miserables o Guerra y paz, novelas simples y fuertes a la vez. No se trata de una novela histórica, más bien aborda la exclusión, el sálvese quien pueda de unos personajes que han de vivir en un mundo que no les quiere. Una obra que también me trae a la memoria a Johnny cogió su fusil o Senderos de gloria.

Pierre Lemaitre
Pierre Lemaitre (París, 1951) llegó tarde a la literatura, o quizá en su justo momento, con un gran éxito. Publicó su primera novela Travail soigné (Trabajo elegante) y desde entonces de ha dedicado especialmente a la novela negra. Tras ocho años escribiendo, en 2013 obtiene el premio más prestigioso de las letras francesas, el Goncourt, con su primera novela fuera del ámbito policial Nos vemos allá arriba (Au revoir là-haut), asegurando que no le ha sido demasiado difícil dar el salto a la novela bélica (o más bien postbélica).
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